La
revista
Nature
publica
un
estudio
que
analiza
las
líneas
de
paro
del
crecimiento
(LAGs)
en
los
huesos
de
un
centenar
de
rumiantes
actuales,
representativos
de
la
diversidad
específica
y
ecológica
de
este
grupo
de
mamíferos.
Los
resultados
muestran
que
la
presencia
de
estas
líneas
no
es
un
indicador
de
una
fisiología
ectoterma (que
no
genera
calor
interno),
como
se
había
pensado,
ya
que
todos
estos
mamíferos
de
sangre
caliente
las
tienen.
Este
estudio
desmonta
así
el
argumento
clave
de
la
hipótesis
que
los
dinosaurios
podían
haber
sido
reptiles de
sangre
fría.
El
trabajo
lo
firman
investigadores
del
Institut
Català
de
Paleontologia
Miquel
Crusafont
(ICP)
en
colaboración
con
un
investigador
del
Instituto
Polar
de
Noruega.
Las
LAGs
se
ven
en
cortes
de
huesos
como
unos
anillos
oscuros
parecidos
a
los
que
encontramos
en
los
troncos
de
árboles.
Los
anillos
se
forman,
en
los
mamíferos
estudiados
y
en
los
árboles,
durante
la
estación
desfavorable
(el
invierno
o
la
estación
seca),
en
la
que
se
detiene
el
crecimiento
del
organismo
por
falta
de
recursos.
La
presencia
de
LAGs
en
huesos
era,
hasta
ahora,
considerada
el
indicio
de
ectotermia
más
claro,
ya
que
se
relacionaba
el
paro
estacional
de
crecimiento
con
la
incapacidad
del
animal
de
mantener
una
temperatura
corporal
más
o
menos
constante
(endotermia)
durante
la
estación
de
pocos
recursos.
Como
nos
explica
la
investigadora
de
ICREA
y
paleontóloga
del
ICP
Meike
Köhler: “El
estudio
que
hemos
hecho
es
muy
potente,
por
la
cantidad
de
material
y
la
diversidad
de
especies
con
las
que
hemos
trabajado,
pero
no
lo
diseñamos
para
encontrar
la
respuesta
a
la
termofisiología
de
los
dinosaurios.
Nosotros
pretendíamos
conocer
mejor
la
fisiología
de
los
mamíferos
actuales
y
queríamos
entender
cómo
el
ambiente
los
afecta:
cómo
cambia
su
crecimiento
en
función
de
la
temperatura
exterior,
de
las
lluvias
o
de
la
disponibilidad
de
alimentos
y
agua”.
Entender
bien
este
hecho
era
un
primer
paso
para
poder
fundamentar
después
discusiones
en
la
investigación paleontológica
sobre
la
fisiología
de
animales
que
vivieron
hace
millones
y
millones
de
años.
Pero
los
investigadores
se
dieron
cuenta
de
que
lo
que
observaban
en
los
huesos
de
los
diferentes
rumiantes
desmentía
el
argumento
principal
sobre
la
fisiología
ectoterma
de
los
dinosaurios.
Muchas
hipótesis
parten
de
la
premisa
de que
los
grandes
mamíferos
—animales
endotermos
por
excelencia —
no
presentan
líneas
de
crecimiento
en
sus
tejidos
duros,
ya
que
no
necesitan
parar
su
crecimiento
en
respuesta
a
las
condiciones
externas
de
temperatura.
De
hecho,
como
en
casi
todas
las
especies
de
dinosaurios
se
han
observado
estas
LAGs,
muchos
científicos
consideraban
que
los
dinosaurios
eran
reptiles
de
sangre
fría.
El
artículo
que
publica
hoy
la
revista
Nature
presenta
el
primer
estudio
sistemático,
basado
en una
muestra
extensa
de
mamíferos
y
representativa
de
una
gran
diversidad
de
ecosistemas,
que
demuestra
que
las
LAGs
no
indican
una
fisiología
ectoterma
sino
que
nos
hablan
de
cómo
cambia
la
fisiología
(el
metabolismo)
de
un
animal
en
función
de
los
cambios
endocrinos
estacionales,
tanto
en
animales
de
sangre
fría
como
de
sangre
caliente.
Estos
cambios
son
una
herencia
común
de
todos
los
vertebrados,
una
especie
de
reloj
interno
que
regula
las necesidades
de
los
animales
en
función
de
la
oferta
estacional
de
recursos.
Aunque
estos
cambios
fisiológicos
tienen
un
fuerte
componente
genético,
también
son
funcionales
y
responden
con
su
intensidad
a
las
condiciones
ecológicas
en
las
que
se
encuentra
el
animal.
Los
factores
ecológicos
condicionantes
son
más
bien
las
lluvias
y
las
restricciones
de
alimento
y
agua,
y
no
tanto
la temperatura
exterior.
Este
descubrimiento
abre
una
importante
línea
de
trabajo
en
la
conservación
de
la
biodiversidad actual
de
nuestro
planeta.
La
investigadora
Meike
Köhler
comenta: “Puede
sorprender
un
poco
que
hasta
ahora
no
se
hubiera
hecho
un
estudio
sistemático
similar
para
probar
o
desmentir
si
sólo
los
ectotermos
dejan
estas
marcas
en
los
huesos
durante
su
crecimiento.
En
el
fondo,
hay
tantas
cosas
que
no
sabemos,
que
la
ciencia
no
avanza
siempre
linealmente.
Las
ideas
de
alguna
forma
ya
hacía
tiempo
que
estaban
en
el
aire,
pero
el
trabajo
que
hemos
publicado
las
ordena
y
las
basa
en
datos”.
De
hecho,
algunos
trabajos
ya
habían
cuestionado
esta
hipótesis
y
entre
la
comunidad
científica
internacional
cada
vez
había
más
consenso
sobre
el
hecho
de
que
las
LAGs
quizás
no
eran
indicadores
de
ectotermia.
Del
mismo
modo,
habían
aparecido
ejemplos
de
mamíferos
que
sí
parecían
tener
LAGs
en
los
huesos.
Este
trabajo
cierra
definitivamente este
debate.
En
el
estudio
han
participado
también
los
investigadores
del
ICP
Xavier
Jordana,
profesor
de
posgrado
de
la
Universidad
Autónoma
de
Barcelona
(UAB)
y
Nekane
Marín,
doctoranda
de
la
misma
Universidad.
Artículo de Referencia: Meike
Köler,
Nekane
Marin,
Xavier
Jordana
&
Ronny
Aanes.
(published
online,
2012).
Seasonal
Bone
Growth
and
Physiology
in
Endoterms
shed
light
on
Dinosaur
Physiology.
Nature doi:10.1038/nature11177
27-juny-2012